Los niños y adolescentes antes y después de la separación o el divorcio

06.08.2019

Como Psicóloga forense, me encuentro en numerosas ocasiones con casos de niños y/o adolescentes que padecen las consecuencias perniciosas de una "mala separación". Los adultos, en este caso los progenitores, que deberían ser responsables de su "bienestar emocional" no cuidan de ellos como es debido, bien porque están enzarzados en su propia lucha y en pensar en sus propias necesidades (emocionales, o muchas veces económicas) o bien porque no tienen la madurez suficiente en pensar como su comportamiento puede dañar emocional y psicológicamente a los niños que están en medio de un conflicto de adultos que no entienden ni saben asimilar si no se les ayuda. Los niños cuentan con unos referentes principales que son sus progenitores, y cuando estos no están bien, no les apoyan o incluso llegan a "utilizarlos" como moneda de cambio para conseguir sus propios fines, están haciendo un flaco favor a sus hijos.

Los niños o adolescentes pueden sufrir las consecuencias directas de una mala convivencia de sus padres antes o después de la separación. Cuando hay conflictos entre los progenitores en la relación conyugal o de pareja o después de separarse, los niños suelen posicionarse hacia el progenitor que consideran más "débil" (rol de víctima) y llegar a adquirir un rol de protector frente a éste, es lo que se llamaría "parentificación".  En concordancia con la parentificación aparece en los menores "el conflicto de lealtades" que es que el niño siente que tiene que demostrar a uno de sus padres o a los dos que los quiere, lo que implica deslealtad en el otro progenitor. El "conflicto de lealtades" es debido a la presión o influencia que ejerce un progenitor sobre el niño o adolescente.

divorcio con hijos
divorcio con hijos

En el "Síndrome del progenitor malicioso" el hijo está manipulado por uno de los progenitores y "ataca" al otro con actitudes comportamentales hostiles como el insulto, el rechazo etc.

En cualquier caso que a los menores se les utilice para conseguir los propios fines, ya sea a través de hacer daño al otro progenitor, o de querer a través de los hijos creer que se tiene la razón en un proceso de victimización, etc. los menores serán los que acarreen unas consecuencias indeseables en su salud emocional. 

En todo caso, no saber preservar a los menores de los conflictos entre los progenitores, no ayudarles a adaptarse a la nueva situación de la separación conyugal, y no tener la capacidad de atender a sus hijos debidamente por no estar ellos centrados da lugar a que los menores no se adapten debidamente al cambio surgido a partir de la separación.

Los progenitores que se están separando o se van a separar deberían priorizar primero de todo en sus hijos, porque son los más vulnerables en una separación  y no tienen la madurez suficiente para tener mecanismos de afrontamiento adecuados por sí mismos.